"Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró."
1 Reyes 16:31
Debemos aprender a llamar a las cosas por su nombre, si algo es agua, puede ser una gran cascada o un pequeño vaso, pero el nombre que tendrá será siempre el mismo, agua. No podemos querer esconder, minimizar o disminuir algo, debemos de llamar nuestras acciones por el nombre que tienen y el pecado no es la excepción.
Acab fue Rey sobre Israel, su padre fue Omri y tanto su padre como él fueron reyes que hicieron lo malo delante de los ojos de Dios, pero Acab principalmente, dice la escritura que hizo lo malo más que todos los reyes anteriores, tomó la decisión de casarse con una mala mujer llamada Jezabel, sirvió a otros dioses que no eran el Dios verdadero y no solo les sirvió sino que también los adoró.
El versículo de hoy habla del rey Acab refiriéndose a él con una frase muy impactante "porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam". Para Acab el pecado no era algo importante, no era algo que tuviera en alta consideración, por el contrario, le era cosa ligera, cuando algo es ligero es algo suave, liviano, que no tiene peso, para Acab pecar era algo que no tenía mayor transcendencia y por esta razón el pecado tomó en él un lugar que Dios debió ocupar.
Pecado es sencillamente, toda acción, palabra o pensamiento en contra de la voluntad de Dios, no podemos pecar y minimizar el pecado, no hay pecados gigantes y pecados pequeños, porque si llamamos las cosas por su nombre, el pecado siempre será pecado.
Todos pecamos todos los días de nuestra vida, cosas más grandes o cosas más pequeñas pero siempre con el mismo nombre. El rey Acab permitió el pecado en medio del pueblo de Israel, luego lo practicó, una cosa llevó a la otra y luego le fue cosa ligera y sin importancia. No podemos permitir en nuestra vida el pecado, porque si lo permitimos al final terminaremos practicándolo y finalmente lo veremos como algo ligero, sin importancia, sin trascendencia y ese es el engaño más grande, en el podemos caer.
Pecados hay muchos, todos tienen un nombre en el libro de Gálatas 5:19-21 aparece una larga lista "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."
Todas estás cosas desde las más grandes hasta las más pequeñas tienen el mismo nombre, pecado. Pidamos al Señor que nunca en nuestro corazón veamos el pecado como cosa ligera, que no lo permitamos y mucho menos que lo practiquemos, porque al final lo veremos como algo sin importancia y estaremos cada vez más lejos de la voluntad de Dios y cada vez más distantes de sus caminos.
Señor limpia nuestro corazón, no queremos permitir el pecado en nuestra vida, ayúdanos a tener un corazón limpio, recto, agradable a ti, Señor no queremos fallarte! Amén!