Mírame, y ten misericordia de mí; Da tu poder a tu siervo,
Y guarda al hijo de tu sierva.
Salmo 86:16
Honrar a quien merece honra dice la palabra de Dios, y es que esa mujer que Dios ha puesto en la vida de cada uno de nosotros, nuestra madre, es un regalo y una bendición que podemos tener en el corazón durante toda nuestra vida, aún cuando ellas ya no estén con nosotros.
Ser madre es sin duda un regalo y una escuela del cielo con sede en la tierra en la que entramos como mujeres para aprender y conocer un poquito de lo que significa el amor de Dios, ya que aprendemos a amar sin interés, a servir sin esperar recibir nada a cambio, aprendemos a perdonar y olvidar, borrando los recuerdos inmediatamente y comenzando de cero una y otra vez, por amor a esos pequeños o quizás no tan pequeños regalos que un día recibimos en nuestros brazos, nuestros hijos.
No se menciona en ningún lugar de la biblia quién era la madre del Rey David, su nombre no lo conocemos, pero sin duda fue una mujer que le enseñó el temor de Dios, le enseñó a caminar en fe, a amar a Dios sobre todas las cosas, a ser primero un joven de Dios y luego un hombre que fue llamado "conforme al corazón de Dios" 1 Samuel 13:14, lo cual muestra que David tenía un corazón precioso ante los ojos de Dios y hasta ese momento el no habría compartido con mucha gente, pero su madre era una de las personas que había estado con el durante los primeros años de su vida.
Mas adelante en el Salmo 86 David le hace mención al Señor en un momento de angustia y clama a Dios diciendo " Da tu poder a tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva." de alguna manera David se apoya en el testimonio de su madre y en el corazón de esta mujer mencionándola como sierva de Dios. Qué responsabilidad tan grande para las madres!!
¿Cómo te recordarán tus hijos? ¿Qué aprenden de ti cada día? ¿Tu ejemplo de vida puede impactar tanto sus vidas que puedan clamar a Dios mencionando que son hijos de Su sierva? Una sierva de Dios es una mujer que tiene rendida su voluntad a los pies de Cristo, que le honra y agrada con su caminar, con sus palabras, con sus acciones, con sus pensamientos y con la forma que cada día cuida de su familia.
Anhelemos ser esas siervas de Dios que claman por sus hijos y su familia y que nuestros hijos vean en nosotros un referente de fe para esforzarse y luchar cada día, es un reto que vale la pena tomar!
Dios te bendiga sierva de Dios,
Feliz Día de las Madres!