¿Qué sucede en nuestro interior para que nos cansemos de algo?
Quizás la rutina del día a día, los problemas que llegan uno detrás de otro, el esfuerzo físico, la espera de algo que no llega o nunca pasa, lo repetitivo que pasa día tras día.
A veces llega un momento en el que estamos más que cansados, estamos saturados de mil cosas interna y externamente, sencillamente sentimos que no podemos más!
Creo que en esos momentos debemos pensar, que las muchas cosas que nos cansan, otros quizás las añoran, desean y quisieran estar en nuestro lugar.
¡Imposible que alguien quiera mi lugar!
No, no es imposible.
Una mujer que no ha podido tener hijos, anhela el cansancio de una madre cansada de recoger juguetes y no tener nunca la casa limpia y ordenada.
Una mujer que ha perdido a su esposo, anhela el cansancio de la mujer que piensa cada día qué cocinar y qué cosas nuevas poner en el menú.
La familia que ha perdido un hijo repentinamente, anhela el cansancio de unos padres que recogen una habitación desordenada y recuerdan las mismas cosas una y otra vez.
La persona que no tiene trabajo, desearía vivir esas madrugadas en las que hay que hacer todo corriendo para salir a trabajar.
Lo que hoy nos cansa, quizás otros claman y piden a Dios por tenerlo.
No desperdiciemos el día de hoy viviendo cansados de lo mismo, pidamos al Señor un renuevo y un corazón agradecido por todo y por tanto.
Solo en Jesús hay descanso, renuevo, nuevas fuerzas y sobre todo gozo, para vivir la rutina con agradecimiento y sin tanto cansancio.
“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:29-31
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