"No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros.
2 Cronicas 20:17
El rey Josafat había recibido el aviso que una gran multitud venía hacia ellos, eran ejércitos poderosos y tenían pocas posibilidades de hacerles frente, pero Dios les había dado la promesa que esa guerra no era suyam sino de Él y que no tuvieran temor, que no se amedrentara su corazón. El Rey Josafat era un hombre de fe, pero esta vez Dios quería llevarle a otro nivel, porque no le dio armas de guerra, ni estrategias especiales para derrotar al enemigo, simplemente le dijo ESTAD QUIETOS Y VED LA SALVACIÓN DE JEHOVA. Esa era una prueba de fe mucho más grande que enfrentar cuerpo a cuerpo a cualquier enemigo, necesitaba confiar en Dios como nunca antes lo había hecho.
Dice la escritura que Josafat se inclinó rostro a tierra junto con todo su pueblo y adoraron al Señor, se levantaron también los levitas para alabar a Dios con fuerte y alta voz. A la mañana siguiente Josafat seguía confesando esa promesa que El Señor estaba con ellos y puso a algunos a cantar y alabar a Jehová mientras la gente salía hacia la batalla Glorificando a Dios por su misericordia que es para siempre.
Podemos alabar a Dios de dos maneras, podemos darle toda la honra y toda la gloria, acciones de gracias por el milagro concedido y las oraciones respondidas, podemos cantar y alabarle cuando vemos el fruto y la respuesta de nuestras oraciones. Pero esta vez ellos dieron al Señor una alabanza diferente, dieron a Dios una alabanza de FE, que ardía en sus corazones con la certeza que pasara lo que pasara Dios era Dios, su misericordia eterna y que en El confiaban por siempre y para siempre.
Algo impresionante sucedió, cuando comenzaron a cantar y alabar al Señor, Dios movió su mano y puso sus enemigos unos contra otros y se destruyeron entre si, ellos estuvieron quietos pero alabando al Señor, vieron la salvación del Jehová ante sus propios ojos, descubrieron el maravilloso poder que hay a través de la alabanza a Dios, una alabanza de fe y de gratitud antes, durante y después de la victoria.
Como sus hijos Dios quiere que creamos en El, creer en El trae seguridad a nuestros corazones, Dios movió su mano en favor de este rey y su pueblo porque fueron obedientes, esperaron en Su promesa y sobre todo porque vio sus corazones dispuestos a darle gracias, alabarle, a regocijarse en El, no por lo que recibirían sino por amor a El.
Empieza a alabar a Dios, no podemos dejar pasar más tiempo, sufriendo, amedrentándonos llenos de temores y angustias, esperando solamente por un milagro y esperando que alguien haga algo por nosotros. Dios quiere que descubramos ese poder precioso de darle gracias, de alabarle, de cantar para El y gozarnos en Su presencia antes de recibir esas respuestas, antes de tener ese milagro en nuestras manos.
¡Cuánto agrada a Dios un corazón alabante! Un corazón que palpita con ese gozo y alegría inexplicables para el mundo, porque la fe obra así, no por lo que nuestros ojos ven, sino por la certeza de en quién hemos creído. Como humanos que somos quisiéramos hacer mil cosas para solucionar nuestros problemas y arreglar nuestras preocupaciones y angustias, pero hay momentos en los que no podemos hacer nada más que permanecer quietos, esperando Su salvación y confiando en que El no nos desamparará.
Cuando no podemos hacer nada más y al alcance de nuestras manos no hay solución, podemos hacer algo... ¡dar gracias, alabar al Señor y llenar nuestro corazón con alabanza, con acciones de gracias, reconocer Su grandeza, su fidelidad y su poder, llenar nuestros corazones con Su gozo eterno y esperar en Su inmenso amor, te aseguró que grandes cosas van a pasar!
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