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martes, 22 de agosto de 2017

NO ME DEJARÉ OFENDER



"El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,

Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar."
Proverbios 18:19

Una ciudad fuerte o fortificada es aquella que tiene un muro bastante alto alrededor para poder defenderse de sus enemigos, un muro difícil de subir y de traspasar; estás ciudades tenían también puertas con grandes cerrojos, barras de hierro con argollas que aseguraban su cierre y dificiles de abrir o romper. 

La ofensa en nuestros corazones puede convertirse en una ciudad fortificada en la que ponemos un muro de contención donde nadie puede cruzar, edificamos una fortaleza con nuestro orgullo y nuestra falta de perdón, que cierra con grandes cerrojos la posibilidad de una reconciliación, cierra la puerta a la humildad y a vivir la paz que Dios quiere que tengamos. 

La tenacidad es una virtud si en ella ponemos empeño para hacer el bien y queremos lograr algo para bendición.  Sin embargo la escritura dice que el hermano ofendido es más tenaz, que una ciudad fuerte, esto significa que el que se ofende llega tener tenacidad para buscar pelea, pleito o venganza, también es alguien que no se rinde fácilmente sino que persiste en la ofensa.

Para ser ofendido se necesitan dos personas, la persona que ofende y la persona que se deja ofender. No permitamos que la ofensa se clave como un dardo en nuestro corazón debemos sacarlo lo antes posible, quitar el veneno, limpiar la herida y dar paso a la sanidad; no lo encerremos ni guardemos como si fuera nuestro, ya que nos causará mucho dolor, la herida se abrirá mucho más y puede brotar en nosoros una raíz de amargura en el fondo de nuestro corazón. 

El Señor nos llama hoy a que quitemos lo cerrojos de alcázar y abramos la puerta de nuestro corazón al amor, al perdón y a la reconciliación.
 No te dejes ofender!

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