Hebreos 4:10
Reposar es dejar lo que se está haciendo para tener un descanso, es una pausa, un tiempo de calma y tranquilidad en el que no hacemos otra cosa más que reposar.
Qué difícil es tener reposo en estos tiempos, en los que parece que el mundo va a mil por hora, en el que la gente aun en la calle camina de prisa para llegar de un lugar a otro, en el que los vehículos van esquivándose unos a otros para alcanzar un espacio más adelante y llegar antes, es difícil tener reposo cuando toda la corriente nos lleva a hacer las cosas pronto, tenemos comida pre cocinada para calentar y servir, tenemos café instantáneo, existen los trenes de alta velocidad en los que llegamos mucho antes que en los normales, tenemos una vida rápida y en medio de esa vida, se nos está yendo la vida.
No estamos hablando de tener una vida relajada, sin presiones de ningún tipo, pero si podemos entrar en el reposo de Dios, aunque todo lo demás siga girando a toda prisa y siga avanzando, El Señor desea que reposemos de nuestras obras y descansemos en Él.
El reposo de Dios no es un lago con preciosos cisnes, flores y sin ruido, el reposo de Dios es tener esa tranquilidad en el corazón, sin entrar en los afanes de este mundo, sin buscar tener la gloria para nosotros, sin querer aparentar lo que no somos y tener lo que otros tienen, el reposo de Dios es paz en el alma, paz en la mente, paz en el corazón, sin dudas, sin angustias, sin incredulidad y llenos de fe.
Cada día nos enfrentamos a nuevos retos, nuevas situaciones que ponen a prueba esa fe que Dios quiere que tengamos, cada día vamos a ser parte de este mundo, pero con la certeza que no somos de este mundo, que por muchos afanes y angustias que quieran apoderarse de nosotros, no nos doblegaremos ante ellas, porque hemos entrado en el reposo de Dios y ese reposo no es más que el dejar todo en Sus manos y tener la certeza que Él hará como mejor convenga.
¿Cómo puedo entrar en el reposo de Dios con tantas cosas por hacer? ¿Será que tengo que sentarme a esperar en ÉL? No, debemos seguir haciendo todo aquello que Dios ha puesto en nuestras manos, trabajando en lo que El Señor nos ha dado, pero sin afán en el corazón, sin protagonismo, sin envidia, ni egoísmo, sin creer que la vida es nuestra y que los logros son nuestra meta. Reposemos de nuestras obras y trabajemos en lo que Dios quiere que trabajemos, hagamos lo que Dios quiere que hagamos, sin el afán que da la competencia y sin el estrés que este mundo lleva encima.
¿Pregúntate a ti mismo, por qué estoy luchando? ¿Por qué me canso tanto? La incredulidad hace que estemos siempre en afán, angustia, impotencia y hasta desesperación, porque en el fondo de nuestro corazón pensamos que Dios necesita de nuestra ayuda para lograr las cosas, no creemos que El sea capaz y suficiente, pero el que reposa en EL Señor, siempre tendrá un corazón lleno de esperanza, lleno de fe, un corazón tranquilo, un corazón que descansa en Dios, en sus promesas, en Su infinito amor y sobre todo descansa en que Dios todo lo puede, porque nada es imposible para Él!!!
Señor quiero reposar en ti confiadamente, sin entrar en el afán de este mundo, no quiero correr una carrera que tu no me has mandado a hacer, no quiero formar parte de una sociedad que va de prisa y se olvida de ti, Padre que en mi corazón siempre esté claro que yo no soy de este mundo por tanto no tengo que tener las mismas metas de todos, las misma espectivas de todos y las mismas frustraciones de todos, abrázame Señor quiero descansar en tus brazos, reposo en ti confiadamente, amén!
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