Eclesiastés “11:1-2 “Echa tu pan sobre las aguas; porque después de
muchos días lo hallarás. Reparte
a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.”
Leyendo detenidamente este
versículo, puede sonar contrario porque dice “echa tu pan sobre las aguas y
después de muchos días lo hallarás, nuestra mente humana nos dice: Cómo va a
mantenerse el pan sobre el agua tantos días? el agua lo puede deshacer y
desaparecerlo, pero esta escritura nos motiva a que activemos nuestra fe y empecemos a
dar sin esperar, gozosos de bendecir y agradar
a quien lo necesita. Dice también
reparte a siete y aún a ocho porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra,
el dar no tiene límites…
Este
palabra nos hace pensar en los necesitados y los que tienen pocos recursos o no tienen nada, pero hoy quiero aplicarla a dar siempre lo mejor de nosotros a los
demás, no importa si es pobre o es rico, no importando si es amigo cercano o
lejano… No es necesario dar bienes materiales o económicos, dar es un don,
compartir lo que tenemos, puede ser una palabra de aliento, puede ser una
sonrisa, un abrazo, un consejo, nuestro tiempo… porque vivimos en un mundo
lleno de indiferencia, en una sociedad donde el interés por los demás se ha
perdido, donde nos gusta tanto recibir, pero poco nos gusta dar y si damos
queremos ver los frutos de esa siembra pronto, disfrutar de ellos y el amor no actúa así.
Hace unos
días recibí una tarjeta especial de una persona a la que ni siquiera conozco
personalmente, la tarjeta traía un mensaje muy sencillo que bendijo tanto mi
vida, me hizo pensar que cuando damos algo a los demás, por muy sencillo que
sea Dios lo devuelve y llena nuestro corazón de gozo cuando nos damos cuenta que nos hace sentir Su amor a través de quien menos lo esperamos
y cuando menos lo esperamos.
El Señor
nos anima hoy y siempre a dar, a buscar el bien de los demás, el bendecir a
otros, a repartir el pan de nuestras palabras, de nuestro cariño, de nuestro
esfuerzo… una llamada, una tarjeta, un saludo, nuestro tiempo, una sonrisa,
nada es poca cosa; los detalles hacia las personas traen bendición a sus vidas,
seamos con los demás como quisiéramos que fueran con nosotros. Que nuestro
corazón no se canse de dar y hacer el bien, estemos seguros que tarde o
temprano volverá, nos sorprenderá y alegrará nuestro corazón!