Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
Yo, pues, lo dedico también a Jehová;
todos los días que viva, será de Jehová.
1ra. Samuel 1:27-28
Dios concedió el deseo del corazón de Ana, ella concibió un hijo, pero ella había hecho una promesa donde le dijo al Señor que si El se lo daba, ella lo entregaría para que fuera guardado para Dios, y lo entregaría al sacerdote. Es fácil hacer una promesa cuando queremos conseguir algo, pero luego cuando ya tenemos eso tan ansiado en nuestras manos, se nos va el deseo de cumplir aquello que hemos prometido.
Cuántas veces decimos en medio de la angustia: Señor si me das esto yo te prometo tal y cual cosa, sin embargo cuando lo tenemos ya buscamos excusas para no cumplir lo que hemos prometido. Ana había sido estéril toda su vida y tal vez le fue fácil decir a Dios que si le daba un hijo lo dedicaría al Señor todos los días de su vida, pero ya viendo su bebé, teniéndolo en brazos, abrazándolo, amamantándolo, sintiéndolo junto a ella, siguió adelante en el pacto que había hecho con Dios, fue fiel, aprendió a morir a sus deseos y sentimientos y cumplió la promesa que había hecho a Dios. No podemos usar a Dios para lograr nuestros fines, Dios no es un medio por el cual obtenemos todo lo que necesitamos y luego lo olvidamos, Dios quiere ser todo en nosotros y recibir de nuestro corazón aquello que le hemos prometido.
Ana nos enseña a ser mujeres comprometidas con Dios, que caminan en integridad y que cumplen sus promesas por encima de sus deseos. El Señor ama un corazón que da lo mejor que tiene, Ana le entregó a Dios lo mejor que ella tenía. Que hoy podamos dar al Dios lo mejor que tenemos, lo mejor de nosotros, que nuestras decisiones no cambien por las circunstancias sino que se mantengan firmes para agradar al Dios que amamos servimos.
ORACIÓN: Señor gracias porque tu cumples tus promesas y concedes el deseo de nuestros corazones conforme a tu perfecta voluntad. Ayúdanos Señor a ser como tu, a cumplir aquello que hemos prometido, a no aferrarnos a nada ni a nadie, a entregarte lo mejor de nosotros, nuestras primicias, nuestra familia, nuestra vida, no queremos darte Señor aquello que nos sobra o no nos agrada sino queremos darte lo mejor que tenemos. Gracias Señor por ser tan bueno y por enseñarnos siempre a agradar tu corazón. Amén!