"Porque no abandonará Jehová a su pueblo,
Ni desamparará su heredad"
Salmo 94:14
Las Barnaclas Cariblancas son gansos migratorios que permanecen en sus cuarteles de cría entre mayo y septiembre, pueden comportarse agresivamente con los humanos si se aproximan demasiado a sus polluelos, tanto los padres como los polluelos se alimentan de hojas y ramas que generalmente pueden estar a 120 metros hacia abajo de donde tienen el nido, así que cuando sus crías cumplen las 8 semanas de vida la única opción es que estos pequeños polluelos deben dejar el nido y saltar desde esa altura en lo alto de una imponente pared rocosa, es impresionante y hasta indolente ver como los padres de estos polluelos les ven saltar hacia la profundidad, algunos en la caída mueren al estrellarse en las rocas filosas que están en el inevitable descenso, pero no pueden hacer nada, como sus padres deben hacerlo para que aprendan a volar, para que luego no mueran por falta de alimento, los que logran sobrevivir a esa imponente caída estarán preparados para enfrentarse a la vida y convertirse poco a poco en esas aves preciosas que surcan los cielos a grandes alturas.
Cuando observé este documental me partía el corazón observar el descenso de esos polluelitos tan pequeños e indefensos, era un proceso necesario, sus padres todo el tiempo observándoles y esperándoles al final del descenso para llevarles con ellos y emprender otra nueva etapa en sus vidas. Cuánto nos habla Dios a través de la naturaleza.
De alguna manera Dios obra algunas veces así con nosotros, nos cuida y nos protege, nos ama, no quiere que nada malo nos pase, nos alimenta y nos guarda bajo sus alas, pero también llega el tiempo en nuestras vidas en el que es necesario que demos pasos de fe y saltemos de ese nido y aprendamos cosas nuevas, y al igual que estos polluelos podemos sentirnos temerosos, indefensos, quizás hasta desprotegidos de nuestro padre, pero El está allí no se aparta de nosotros no nos desampara, aunque está tan cercano debe permitir que pasemos por duros procesos que forman nuestra fe, que fortalecen nuestra dependencia de Él y que son necesarios para llevarnos a otro nivel en su camino.
La escritura dice en el Salmo 94 que El Señor no abandonará a su pueblo ni desamparará a su heredad, nosotros somos su pueblo, somos su heredad, somos sus hijos, hemos sido comprados por su sangre y ha dado su vida por nosotros, somos amados, valorados, apreciados y el amor del Padre por cada uno de nosotros es imposible de medir y comparar, pero en ese perfecto amor debe permitir que caminemos a veces por valles de sombra de muerte, por caminos de dificultades, adversidades y contradicciones por las que nadie quisiera pasar, pero que son parte de la travesía de nuestro viaje por esta tierra para luego poder estar una eternidad juntamente con El.
No se por qué tiempo estés pasando tu en tu vida. Quizás estás en ese punto en el que debes abandonarte en la fe y la confianza en Tu padre del cielo que no te desampara, pero que hace que dejes tu seguridad plena para que aprendas a conocerle a Él en medio de la adversidad y descubrir que en Sus fuerzas puedes hacerlo y puedes lograr avanzar a otro nivel de fe en tu caminar en Cristo.
Dios sabe los temores, los miedos, el pánico que puedes sentir en tu interior al sentirte impotente, indefenso, vulnerable, pero debes tener la certeza y la confianza absoluta que El está allí cuidando de ti, presto a salvarte y a levantarte, socorrerte y sostenerte, porque es Tu Padre y si ha dado a Su único hijo por ti, puedes estar seguro que nunca te desamparará!
Padre del cielo muchas gracias por tu amor incomparable, Señor tu sabes el tiempo que estoy viviendo, las luchas, los temores, los miedos y cada pensamiento que hay en mi corazón, pero hoy quiero confiar en ti, quiero ser como esas aves pequeñitas que saltan de su seguridad para abandonarse en la confianza plena en Su padre del cielo, que no me dejará, que nunca me abandonará, que me sostiene y sustenta en cada proceso de la vida que me toca enfrentar, ayúdame a abandonarme en tus manos porque estoy segura que tu me amas y no me desamparas nunca! Amén!
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