domingo, 16 de octubre de 2016

CON TEMOR Y TEMBLOR



Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor"
Filipenses 2:12

Existe una frase que dice "somos realmente como somos cuando estamos solos", esto pasa cuando alguna vez pretendemos ser de una forma ante ciertas personas, pero luego cambiamos radicalmente cuando estamos a solas o cuando estamos con personas de nuestra absoluta confianza.


La vida del cristiano no es fácil, pero una de las cualidades de un verdadero hijo de Dios es la transparencia, cuando algo es transparente se ve claramente de un lado y del otro, no hay nada opaco o parches que tapen la visibilidad.  Cuando entregamos nuestra vida al Señor y rendimos nuestra voluntad a El, debemos estar conscientes que también debemos vivir una vida recta, sin doblez, sin apariencia, sin falsedad, una vida transparente.


El llevar una vida aparente ante los demás y diferente ante nuestros propios ojos tarde o temprano termina mal, porque no se puede esconder mucho tiempo nuestras malas actitudes, pensamientos y deseos, tarde o temprano el enemigo utilizará esa doble vida para hacernos caer y no solamente caer nosotros sino ser de tropiezo a otros con nuestro mal testimonio.

Por esta razón dice en el libro de Filipenses que así como han obedecido en su presencia, ahora también obedezcan en su ausencia aún mucho más, cuidando la salvación de sus almas con temor y temblor.  Cuando somos personas transparentes obedecemos en presencia de nuestras autoridades y delante de quienes nos preceden en El Señor y también cuando ellos no están presentes, porque debemos tener la plena conciencia que cuando nadie nos ve, Dios siempre está presente, su omnipresencia nos acompaña a lo largo de nuestra existencia, nos da seguridad, paz, confianza pero también nos debe dar obediencia y respeto.

Ocuparse de la salvación, como primera cosa es prestar atención, tener en cuenta, considerar, significa no vivir  por vivir, sino siempre alertas para que el enemigo no gane ventaja y no solamente debemos ocuparnos sino debemos hacerlo con temor y temblor, en este sentido tener temor es no estar confiado y pensar  que nada malo podría pasar, todo lo contrario, cuando se trata de nuestra salvación debemos estar atentos, conscientes que una mala acción por pequeña que sea puede traernos grandes consecuencias y destruirnos.

Por esta razón debe arder en nuestros corazones el deseo de agradar a Dios sobre todas las cosas, con personas presentes o ausentes, haciendo un compromiso de transparencia ante El, para que nuestras vidas siempre estén limpias, justas y rectas ante sus ojos, cuidando de nuestra salvación con temor y temblor, con reverencia y respeto, no vamos a salvarnos por nuestras obras porque la salvación es por Su gracia, pero si las malas obras pueden apartarnos del Señor, desviarnos del camino y perder su salvación, una salvación tan grande como la que El nos ha dado.

No hay que descuidarse. Debemos estar atentos!