jueves, 16 de junio de 2022

Como si estuviéramos en el desierto…


Vivimos en un mundo caído, donde hay muerte, hay pecado, hay aflicción.
Estamos expuestos, por el entorno en el que vivimos, a que nos pasen muchas cosas.
Como si estuviéramos en el desierto, un lugar extremadamente seco, donde no hay protección, no hay sombra, donde podemos morir de sed o de calor.
El Señor nos libra siempre con su mano poderosa, pero de vez en cuando, nos mete en situaciones de adversidad, como dolor, sufrimiento, enfermedad, tristeza o inquietud, para que recordemos dónde estamos.
Para que vivamos en contacto con la realidad que nos rodea.
Para recordarnos que somos vasijas de barro, expuestos a ser golpeados o rotos.
Para recordarnos que estamos en este mundo, pero no somos de este mundo.
Como si estuviéramos en el desierto, pero con el manantial de vida dentro del corazón.
Como si estuviéramos en el desierto, pero con una fuente de agua de vida que salta para vida eterna.
Como si estuviéramos en el desierto, pero bajo la sombra del omnipotente.
Como si estuviéramos en el desierto, pero con Jesús, el pan de vida, para nunca tener hambre y no tener sed jamás!
Como si estuviéramos en el desierto, pero no estamos solos, Él está con nosotros!!! ¡Aleluya!

“Dios mío, tú eres mi Dios. Con ansias te busco desde que amanece, como quien busca una fuente en el más ardiente desierto.” Salmo 63:1
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