jueves, 22 de junio de 2017

SIEMPRE FIEL A TI!


"Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis."
Josue 6:18

Muchos estudios han demostrado que el agua disuelve más sustancias que cualquier otro líquido, por lo que se le ha llegado a llamar el solvente universal, pero hay un grupo de sustancias que el agua aborrece y hasta rehuye inevitablemente: los aceites. El agua no se acerca a una gotita de aceite para humedecerla, porque la rechaza. Esto se debe a que en su interior el agua está formada por sustancias químicamente llamadas polares y el aceite es todo lo contrario, está formado por sustancias no polares. El aceite flota sobre el agua, por mucho, muchísimo que lo agitemos con una cuchara, el aceite vuelve a formar gotitas sin mezclarse absolutamente con el agua y pronto vuelve a ponerse como una capa sobre ella. No hay lugar a mezclarlos y volverlos uno.

Esta explicación química entre el agua y el aceite tiene mucha similitud a lo que es el pecado y la santidad, el pecado podría ser como el agua, que puede disolver, penetrar y perjudicar a cualquier persona, robando, matando y destruyendo su vida, ya que el pecado roba la bendición y abre la puerta para que el enemigo de nuestras almas pueda entrar y hacerse dueño y señor de una vida en poco tiempo.  La santidad podría ser como el aceite, no hay nada santo que se mezcle con el pecado, no hay media santidad y  no hay un poco de santidad, porque no hay cabida para mezclar estas dos actitudes de vida.

Por esta razón Josué dijo al pueblo de Israel que cuando entraran a Jericó se guardarán, que no tocarán, ni tomaran nada del anatema que había en esa ciudad, ya que al llamarlo anatema, Josué estaba diciendo que todo lo que había en esa ciudad estaba maldito, por lo que tocarlo o tomarlo podría traer maldición al pueblo de Israel y no podían abrir esa puerta al enemigo. Si querían tener una auténtica victoria debían ser obedientes, humildes, pacientes, llenos de fe, con templanza y dominio propio, pero también debían guardarse de pecar, apartándose de todo lo que podía estar contaminado en esa ciudad.

No podemos mezclar en agua y el aceite, no podemos mezclar pecado con santidad, no podemos llevar una vida con dos actitudes simultaneas en el corazón.  El Señor en nuestros días sigue pidiendo de nosotros un solo camino, el camino de la santidad, el camino de Su voluntad, haciendo lo correcto y sin contaminarnos con nada de lo que el mundo nos ofrece.

No hay partes pequeñas cuando de pecado se trata, nuestro corazón debe ser radical y guardarse, apartarse para El Señor.  Cumplamos este paso de la estrategia, saquemos el pecado de nuestra vida y veremos la mano de Dios en medio de nuestra aflicción y cómo El Señor nos respalda y nos da la victoria!

Jesús este día te entregamos cada área de nuestra vida, anhelamos en nuestro corazón vivir una vida santa, apartada del mal, del pecado, de toda contaminación, de toda maldad y apartarnos para ti.  Ayúdanos a ser obedientes a ti, a no mezclar nuestra vida y contaminarla con el mundo y con cosas que no te agradan, que en medio de cada situación podamos hacer tu voluntad, llevando una vida santa y grata a tus ojos.  Señor quiero ser siempre fiel a ti!!! Amén!