lunes, 17 de julio de 2017

CÁMBIAME PRIMERO


"Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer."
Exodo 33:5


Ninguna persona ha conseguido estar en dos lugares al mismo tiempo, sencillamente porque no podemos, o estamos en lugar o estamos en otro, sin embargo a veces, puede pasarnos que estamos en un lugar físicamente, pero nuestro corazón, mente y pensamientos están en otro sitio completamente diferente y es allí donde empezamos a tener problema y se carga nuestro corazón.



Cuando nuestros pensamientos y deseos no están de acuerdo con lo que nos está tocando vivir y donde debemos estar debemos tener cuidado ya que la impotencia al cambio puede generar sentimientos como tristeza, desanimo e insatisfacción, llaves que abren una puerta muy poderosa y muy destructora para nuestras vidas, la amargura.



En la historia que narra el libro de Éxodo, Dios había dicho a Moisés que saliera a la tierra que juró había de darles, pero les dijo que El no subiría en medio de ellos porque eran pueblo de dura cerviz, dando  a entender que era un pueblo lleno de orgullo y altivez, y le dice en el verso 5 "quítate pues ahora tus atavíos, para que yo sepa qué te he de hacer". Los atavíos, que eran sus vestidos, sus adornos, lo que les hacía lucir y sentirse grandes.



El pueblo de Israel había salido de Egipto, pero su corazón todavía estaba allí, lleno de altivez, lleno de soberbia, lleno de orgullo y de prepotencia, querían ir a la tierra que fluía leche y miel, a la tierra que Dios les había prometido, pero querían ir con el mismo corazón que tenían en Egipto y eso Dios no lo iba a permitir porque debía haber un cambio no solo de lugar sino de corazón.


Nuestro corazón debe ser probado y transformado para que Dios pueda caminar con nosotros y que Su presencia nos acompañe donde quiera que vayamos, de nada le servía al pueblo llegar a la tierra prometida, si la presencia del Señor no iba con ellos, el mismo Dios que les había sacado de Egipto, no les iba a acompañar hasta que no hubiera una transformación en su interior.

¿Estamos  contentos o descontentos en el lugar donde estamos? Le pedimos  al Señor un cambio, que algo pase y que nos lleve al lugar donde anhelamos estar? Revisemos antes cómo está nuestro corazón, cuáles son los "atavíos" espirituales que tenemos que quitar de nuestra mente, de nuestro interior, de nuestra alma, esos atavíos que todavía nos hacen sentir grandes, poderosos, fuertes y orgullosos, esos atavíos que no permiten que Dios sea Dios en nosotros.

No permitas que la amargura y la desesperanza ahoguen el fuego del Señor en tu corazón, entrega todo atavío espiritual al Señor y confía en El, no sigas estando en un lugar queriendo estar en otro. Quédate donde Dios te ha puesto, renueva allí tu corazón y entonces estarás listo para salir cuándo El decida y sea Su tiempo perfecto.

Señor cuántas cosas quieres cambiar en mi que no te agradan, hoy quiero despojarme Señor de todo atavío espiritual que me hace sentir grande, que no permite que mi corazón se doblegue y que tu presencia me acompañe.  Quita el orgullo, la altivez, la soberbia, la prepotencia y el afán de mi corazón, yo los entrego a ti, no quiero tenerlos en mí, quiero que mi corazón y mi mente estén también en el lugar donde hoy estoy, para dar lo mejor de mí y para agradarte.  No me lleves a otro lugar con el mismo corazón Señor, cámbiame primero. Amén!