viernes, 1 de febrero de 2019

LIGEROS DE EQUIPAJE


"Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús".
Hebreos 12:1-2

Según los expertos una persona no debe llevar sobre su espalda un peso mayor al 10 % de su peso corporal, muchos caminantes y personas que les gusta hacer travesías abandonan el camino debido al exceso de peso que llevan sobre sus hombros, por lo que el mejor consejo para alguien que desea hacer un camino largo es "mientras menos peso, mejor"

El en libro de Hebreos el Apostol Pablo compara nuestra vida a una carrera  que tenemos por delante, por lo que sin más dice que nos "despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia".  Despojarse es quitarse o desprenderse voluntariamente de algo, que nos asedia, cuando algo nos asedia nos rodea completamente en nuestro lugar, impide nuestro avance y nos cansa hasta que puede lograr que nos rindamos. 

Cuál es el peso que nos asedia? Qué pesa sobre nuestro corazón y nuestra alma que puede causar tanto agobio que al final nos rindamos? Debemos examinar nuestro corazón y despojarnos del peso primeramente del pecado, el peso que causa el pecado en nuestro interior nos quita fuerza, cuando una persona permanece presa de un pecado puede aparentar una vida de bendición pero no podrá hacerlo por mucho tiempo porque tarde o temprano ese pecado saldrá a la luz y tomará el control completo de su vida.

El peso que nos asedia a parte del pecado, son nuestras luchas interiores, nuestros temores, nuestras dudas y nuestra falta de fe en el poder y la grandeza de nuestro Dios, si dejamos que ese peso se haga fuerte en nosotros podemos abandonar la carrera que Dios nos ha llamado a caminar y apartarnos de Su voluntad y perder nuestras fuerzas hasta desmayar.

El peso que nos asedia también puede ser también lo que una persona representa para nosotros, debemos descansar en El Señor la vida de nuestros seres queridos y de aquellos a los que no podemos alcanzar porque no dependen las cosas de nuestras habilidades y fuerza, todo depende de Dios.

¿Cuál es el peso que llevas sobre tu corazón hoy? ¿Qué te asedia para seguir la carrera que Dios tiene para ti por delante? Pecado, temores, dudas, incredulidad, falta de perdón, preocupación, enfermedad? Cuántas cosas nos pueden llenar el equipaje y hacer que nuestro caminar sea cada vez más lento y  más difícil de avanzar. 

Despojémonos hoy del cualquier peso que nos asedie, que El Señor tome cada carga que pesa sobre nuestro corazón y continuemos la carrera que tenemos por delante, siempre puestos los ojos en Jesús, pero ligeros de equipaje!!!

Señor Jesús este día entrego a ti toda carga que hay sobre mi corazón, limpia mi corazón si hay pecado que pesa  y no me permite avanzar como tu quieres que camine, te entrego todo peso que me asedia, mis luchas, mis temores, mis miedos y angustias, mis afanes y ansiedades, todo lo entrego hoy a ti, que ese peso no vaya sobre mi y me impida caminar en libertad.  Hoy lo entrego todo a ti Señor, sólo tu me haces verdaderamente libre! Amén!

LIGEROS DE EQUIPAJE


"Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús".
Hebreos 12:1-2

Según los expertos una persona no debe llevar sobre su espalda un peso mayor al 10 % de su peso corporal, muchos caminantes y personas que les gusta hacer travesías abandonan el camino debido al exceso de peso que llevan sobre sus hombros, por lo que el mejor consejo para alguien que desea hacer un camino largo es "mientras menos peso, mejor"

El en libro de Hebreos el Apostol Pablo compara nuestra vida a una carrera  que tenemos por delante, por lo que sin más dice que nos "despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia".  Despojarse es quitarse o desprenderse voluntariamente de algo, que nos asedia, cuando algo nos asedia nos rodea completamente en nuestro lugar, impide nuestro avance y nos cansa hasta que puede lograr que nos rindamos. 

Cuál es el peso que nos asedia? Qué pesa sobre nuestro corazón y nuestra alma que puede causar tanto agobio que al final nos rindamos? Debemos examinar nuestro corazón y despojarnos del peso primeramente del pecado, el peso que causa el pecado en nuestro interior nos quita fuerza, cuando una persona permanece presa de un pecado puede aparentar una vida de bendición pero no podrá hacerlo por mucho tiempo porque tarde o temprano ese pecado saldrá a la luz y tomará el control completo de su vida.

El peso que nos asedia a parte del pecado, son nuestras luchas interiores, nuestros temores, nuestras dudas y nuestra falta de fe en el poder y la grandeza de nuestro Dios, si dejamos que ese peso se haga fuerte en nosotros podemos abandonar la carrera que Dios nos ha llamado a caminar y apartarnos de Su voluntad y perder nuestras fuerzas hasta desmayar.

El peso que nos asedia también puede ser también lo que una persona representa para nosotros, debemos descansar en El Señor la vida de nuestros seres queridos y de aquellos a los que no podemos alcanzar porque no dependen las cosas de nuestras habilidades y fuerza, todo depende de Dios.

¿Cuál es el peso que llevas sobre tu corazón hoy? ¿Qué te asedia para seguir la carrera que Dios tiene para ti por delante? Pecado, temores, dudas, incredulidad, falta de perdón, preocupación, enfermedad? Cuántas cosas nos pueden llenar el equipaje y hacer que nuestro caminar sea cada vez más lento y  más difícil de avanzar. 

Despojémonos hoy del cualquier peso que nos asedie, que El Señor tome cada carga que pesa sobre nuestro corazón y continuemos la carrera que tenemos por delante, siempre puestos los ojos en Jesús, pero ligeros de equipaje!!!

Señor Jesús este día entrego a ti toda carga que hay sobre mi corazón, limpia mi corazón si hay pecado que pesa  y no me permite avanzar como tu quieres que camine, te entrego todo peso que me asedia, mis luchas, mis temores, mis miedos y angustias, mis afanes y ansiedades, todo lo entrego hoy a ti, que ese peso no vaya sobre mi y me impida caminar en libertad.  Hoy lo entrego todo a ti Señor, sólo tu me haces verdaderamente libre! Amén!