sábado, 9 de marzo de 2019

LA NIÑA DE TUS OJOS


"porque el que os toca, toca a la niña de su ojo."
Zacarías 2:8

El ojo es uno de los órganos más complejos y con más detalles, su función principal es la visión. La niña del ojo es la pupila, que está en la parte central del iris y hace la función de llevar la luz al ojo, es la parte más delicada ya que sin ella no podríamos ver, ni reflejar ninguna sombra. La palabra "pupila" en latín es niñita, por esa razón en algunos lugares a los alumnos se les dicen "pupilos". Si miramos frente a un espejo y vemos con atención nuestras pupilas, veremos reflejadas en ellas una pequeñita imagen humana. Si una persona mira nuestra pupila ven igualmente su imagen reflejada allí, pero muy pequeñita. 

Las escrituras dicen que nosotros somos la niña de los ojos de Dios, en el libro de Zacarías dice que "porque el que os toca, toca la niña de su ojo". El lugar en el que Dios nos pone es un lugar preferencial, privilegiado y sumamente especial. Si pudiéramos imaginar ver la pupila de los ojos de Dios veríamos nuestra imagen pequeñita reflejada en sus ojos, que siempre están viéndonos, velando por nosotros, cuidándonos y siendo una parte muy importante para El. 

La pregunta es... Te sientes tu niña de los ojos de Dios? No importa si eres hombre o mujer, somos la niña de sus ojos. Quizás este término se ha utilizado tanto a través de canciones y alabanzas, lo hemos repetido tanto, que ya no le damos la importancia que tiene, pero, si nos detenemos a pensar tiene un gran significado que debería de grabarse en nuestro corazón para no dudar nunca del amor de Dios hacia nosotros y sobre todo, para que nunca pase por nuestra mente la duda si realmente Dios nos cuida.

Piensa en este momento en tu entorno, quién es la niña tus ojos?? Puede ser tu esposo o esposa, un hijo, un amigo... alguien muy muy especial para ti. Pues al igual, ese lugar tan especial que tiene esa persona en tu vida, así y mucho más de importante eres tu para Dios. No podemos dudarlo, para Dios somos importantes, el no es indiferente e indolente ante nuestro correr día a día, El no cierra sus ojos y se olvida de nosotros ni por un instante, al ser la niña de sus ojos estamos delante de El día y noche, a toda hora, en todo momento y en todo lugar.

El ser la niña de ojos de Dios es un gran privilegio, pero también es una gran responsabilidad, porque nos hace pensar que su mirada nunca se aparta de nosotros, cuando dormimos, cuando despertamos, cuando comemos, caminamos, trabajamos, conducimos, hablamos, pensamos, amamos y pecamos. El está al pendiente de ti y de mi, con lo bueno y con lo malo, se duele con tu dolor y se alegra con tus logros, el conoce tus afanes, tus preocupaciones a largo, mediano y corto plazo, El sabe los temores que hay en tu corazón, tus sueños, tus ilusiones, tus debilidades y todas aquellas cosas que ni tu mismo sabes, Dios ya las tiene en su corazón.

Hoy El Señor habla a nuestros corazones para que recobremos las fuerzas, el ánimo y la tranquilidad, para que pensemos: Yo soy la niña de los ojos de Dios, estoy en el centro de su mirada, si pudiera ver sus ojos de cerca vería mi imagen reflejada, así tan pequeñita, así tan impotente e indefensa como muchas veces me siento, pero estoy en el lugar más privilegiado del universo, en el centro de la mirada de Dios, El conoce y mira todo lo que hay en mi, mira continuamente mi caminar, así que si de algo debo estar seguro es que a Dios yo le importo y el me cuidará porque yo soy la niña de sus ojos!

Gracias Señor por darme ese lugar tan especial, porque no hay premio, reconocimiento o regalo más grande que estar en el centro de tu mirada. Gracias porque se que siempre me ves, estás al pendiente de mi y de todo lo que soy día y noche. Yo quiero este día descansar en esta palabra, te pido que me pueda sentir así, como la niña de tus ojos, cuando tenga dudas, cuando tenga preguntas, cuando tenga aflicciones, llévame a recordar que soy esa parte tan importante para ti y que aunque pase por valles de sombra, no temeré mal alguno porque tu mirada nunca se apartará de mi. Amén!