jueves, 7 de septiembre de 2017

TODO POR TI SEÑOR!


"No voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos
 que no me cuesten nada."

2 Samuel 24:24


Has escuchado hablar de la "ley del mínimo esfuerzo", psicológicamente dicen los especialistas en el tema que puede dar resultado, el problema es que en nuestros días este sentir de hacer el mínimo esfuerzo se va sembrando y arraigando cada vez más en nuestro diario vivir, queremos llevar una vida cómoda haciendo esfuerzos mínimos y evitando el sufrimiento a toda costa. Deseamos hacer cosas lo más rápido y fácilmente posible, cosas que antes tomaban tiempo y esfuerzo ahora se pueden conseguir alcanzar de manera rápida.  Recuerdo que el proceso antiguamente para comunicarse con alguien por escrito requería dedicación, buscar el papel adecuado, el sobre, el sello del correo, enviarlo yendo a un buzón o a la oficina de correos, esperar que ésta fuera enviada y volver a esperar un largo proceso para recibir una respuesta. En la actualidad enviamos correos electrónicos, whatsapp y mensajes rápidos en los que recibimos respuesta casi inmediatas y todo el protocolo anterior ha quedado casi fuera de uso.


También hacemos mínimos esfuerzos en la cocina, existen sopas instantáneas, café instantáneo, platos pre-cocinados, todo para usarse inmediatamente, sin requerir más que el esfuerzo de comprarlo, calentarlo y comerlo. Y así podríamos dar miles de ejemplos de cómo ha cambiado nuestro entorno en muchos casos para mejorar, pero también va pesando en nuestro corazón el hecho que cada vez nos esforzamos menos, nos incomodamos menos y por lo tanto sufrimos menos.

Esta preciosa escritura en el libro de 2 Samuel el Rey David dice algo totalmente contrario al mínimo esfuerzo: NO DARÉ A DIOS ALGO QUE NO ME CUESTE NADA, si leemos despacio esta historia David acababa de pasar por una prueba muy grande, Dios había enviado una peste sobre el pueblo de Israel que había costado la vida de setenta mil israelitas, y cuando estaba a punto de destruir Jerusalem el Señor se arrepentió y no permitió que fuera destruida, por esa razón David quería edificar un altar y presentar sacrificio al Dios en señal de acción de gracias, le fue ofrecido el lugar y el ganado para el sacrificio de manera que David solo tuviera que hacerlo, pero es allí cuando el  paga por precio lo que le han dado y ofrece al Señor algo que le ha costado, ha hecho el esfuerzo porque Dios lo merece.

No se trataba de hacer compras o bienes materiales, no se trataba de presentar a Dios un sacrificio, el corazón agradecido de David estaba dispuesto a esforzarse y hacer lo que hiciera falta para agradar al Dios que le había librado de la muerte. Qué estás dispuesto a hacer tu por El Señor que te ha librado de la muerte, que te ha librado del enemigo, que nos da vida, nos sostiene y nos sustenta día a día? Dios no necesita tus bienes materiales, no necesita que hagas grandes esfuerzos y sacrificios por El, porque El es todo y lo tiene todo. El Señor solamente anhela ver en nosotros un corazón agradecido, dispuesto a hacer y dar lo que haga falta, un corazón cuyo tesoro es el Señor y no retiene nada para si mismo. Cuál es tu tesoro? Tu familia, tu trabajo, tu profesión, tu economía, qué es lo que más te costaría dar al Señor?

El esfuerzo del que Dios se agrada es de un corazón libre que no se aferra a nada, un corazón entregado completamente a El, haciendo lo que haga falta, si hay que esforzarse se esfuerza, si hay que ir va, si hay que menguar, mengua y si hay que sacrificar se sacrifica.

Qué estás viviendo hoy y te cuesta dejar por amor al Señor? Hay cosas que están costando dejar de hacer, abandonar, vivir, renunciar o enfrentar? Llévalas al Señor, entrégalas a El, esfuérzate por amor y por agradecimiento. Servir, amar, obedecer, ser humilde, manso, sencillo, ser paciente, prudente o sencillamente cambiar una forma de vida o un hábito, por amor al Señor haz el esfuerzo, entrega al Señor eso a lo que te aferras, El sabrá llenar ese espacio vacío, El sabrá recompensar tu obediencia, tu solo se fiel a El siempre.

Recuerda, nunca demos al Señor algo que no nos cueste nada, porque El lo merece todo!