martes, 14 de mayo de 2019

NO DEJES QUE TU BOCA TE HAGA PECAR


"No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?”
Eclesiastés 5:6

Perdón!!! No quise decir eso!! Lo he dicho sin querer!!! Yo no quería hablarte así! Lo que dije lo hice sin pensar!!!!

Creo que todos alguna vez hemos dicho alguna de estas frases, después de recapacitar y darnos cuenta que hemos cometido un gran error dejando que nuestra boca nos haga pecar.  

La palabra de Dios es clara, podemos hacer muchas cosas buenas y una sola palabra fuera de lugar y veremos que un poco de levadura leuda toda la masa, un comentario inoportuno, unas frases ofensivas, una conclusión apresurada, una expresión sencilla y podemos destruir relaciones, hacer daño y lo peor de todo pecar contra El Señor a través de lo que ha salido de nuestra boca. 

Debo cuidar lo que dicen mis labios, hablo según lo que yo decido, yo debo controlar mis palabras, mis comentarios, evitando ofender, agredir, criticar, quejarme porque puedo pecar con mi boca. La palabra de Dios dice que no podemos decir que fue ignorancia, quitándonos la culpa de lo que hemos dicho, el resultado de estas palabras que ofenden y nos hacen pecar es que Dios se enoja a causa de nuestra voz y puede destruir todo lo que hemos construido.

Si leemos despacio este verso vemos que Dios aborrece un corazón que piensa y dice algo y luego no acepta su culpa, un corazón que agrada a Dios es un corazón recto, transparente que no culpa a otros sino que acepta su responsabilidad y habla con sabiduría.

Pensemos antes de hablar, hablemos guiados por El Espíritu Santo, nadie puede obligarnos a decir algo que no queremos, debemos tener dominio propio y El Señor se agradará de nosotros.

No permitas que por un momento de enojo, de falta de cordura, de impulsividad todo lo que has construido durante mucho tiempo se venga abajo y sea destruido. Nuestra boca puede hacernos pecar, pidamos al Señor que guarde nuestros labios siempre!

Señor guarda mis labios, no quiero pecar contra ti, no quiero hablar y quitarme luego la responsabilidad de mis palabras. Controla mis pensamientos y mi corazón para que mis palabras sean gratas delante de ti, no quiero entristecer o hacer enojar tu corazón hacia mi. Cubre mis faltas, perdóname Señor por hablar y ofender, herir, quejarme o hacer tropezar a otros. Guarda mi boca de pecar contra ti, quiero agradarte Señor. Amén!