Fueron edificadas, levantadas y restauradas 10 puertas de Jerusalen, recordemos cada una y atesoremos esta palabra en nuestro corazón:
La puerta de las ovejas: La puerta que simboliza nuestra cernía a Jesús, El nuestro mayor tesoro y el pilar de nuestra vida.
La puerta del pescado: La puerta que simboliza la carga en nuestro corazón por las almas perdidas.
La puerta vieja: La puerta que nos recuerda que cielo y tierra pasarán pero Su palabra permanece para siempre.
La puerta del valle: La puerta que nos recuerda que aunque pasemos por dificultades y adversidades no hemos sido abandonados alli, sino que Dios siempre ha estado con nosotros.
La puerta del muladar: La puerta que simboliza la limpieza interior y no permitir que nada ensucie nuestro corazón y se contamine.
La puerta de la fuente: La puerta que nos acerca al Espíritu Santo en nuestra vida y buscar su dirección y su sabiduría.
La puerta de las aguas: La puerta que simboliza la llenura del Espiritu Santo y el no conformarnos con poco de Su presencia, sino siempre anhelar sumergirnos en su rio.
La puerta de los caballos: La puerta que nos recuerda que nuestras fuerzas solamente vienen del Señor y que con El en nosotros todas las cosas son posibles.
La puerta del Oriente: La puerta que nos recuerda la segunda venida de Cristo, que todo es pasajero y que El es nuestra esperanza gloria.
La puerta del juicio: La puerta que nos recuerda que todos pasaremos por el tribunal de Cristo y nada podemos ocultar de El, que nos recuerda que debemos vivir una vida agradable a El partiendo de nosotros mismos y no solamente señalar a los demás.
Cada puerta en nuestro corazón es importante y nos ayuda a vivir una vida más cerca del Señor, más centrada en Cristo y que nos recuerda que es necesario que cada día mengüemos más nosotros y que EL Señor crezca día con día en nuestro corazón.
Y tú, ya estás restaurando tus puertas??
Gracias Señor por todo lo que nos has enseñado en este capitulo del Libro de Nehemías, ayúdanos a atesorarlo en nuestro corazón y a ponerlo por obra. Amén!
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