“Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.”
Marcos 11:22-23
El enemigo mas grande de la fe es la incredulidad, esa duda que surge en el corazón con el interrogante ¿Hará Dios aquello que esperamos? El versículo anterior dice que cualquiera que dijere a este monte quítate y échate en el mar y NO DUDARE EN SU CORAZÓN, sino que creyere será hecho lo que dice.
La incredulidad es una de las actitudes del corazón que más dolor le causan al Señor, porque significa que creemos imposible que El haga algo para solucionar nuestros problemas o nuestros conflictos. La escritura dice que la incredulidad hace nula la fidelidad de Dios, nos aparta de El, endurece nuestros corazones, también por la por la incredulidad de muchos dice la palabra que Jesús no hizo muchos milagros en cierto lugar.
Debemos recordar que la incredulidad frena la mano de Dios, no permite que podamos crecer y nos lleva al fracasar. Cuando tenemos duda, el mensaje de nuestro corazón al corazón del Dios es que no le creemos capaz de hacer algo y que no es merecedor de nuestra confianza.
Necesitamos depositar nuestra confianza en El Señor una vez más y depositar nuestra fe al completo en El, lo cual es una entrega segura, que no nos defraudará y que nos abre una puerta hacia la esperanza.
Cerremos hoy la puerta a la incredulidad, a la duda, al temor y a la falta de fe, abramos nuestro corazón para depositar nuestra confianza en El Señor. No podemos continuar un día más confiando en nuestras fuerzas y en nuestra capacidad. Descansa en El Señor tu confianza en El está segura y verás el fruto para bendición.
Señor te entregamos nuestra fe, ayuda nuestra incredulidad, quita la duda de nuestro corazón para confiar en ti y depositar nuestra confianza completamente en tus manos. No quiero dudar de ti Señor, no quiero que tu corazón se duela porque no confío lo suficiente en ti, anhelo ver tu mano obrando sobre mi vida y que no sea yo quien frene tu poder a causa de mi incredulidad. Te pido Señor que me llenes de fe, de esperanza y gozo sabiendo que en ti estoy seguro porque tu nunca fallas! Amén!
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