Algunas veces quisiéramos que nada ni nadie nos moleste, que nadie nos cambie los planes o que nadie nos haga pasar momentos de incomodidad.
Quisiéramos vivir una vida en calma, sin mayores problemas, sin mayores tropiezos, una vida sin grandes adversidades.
Pero contrario a nuestro deseo, El Señor nos recuerda en Su palabra, que muchas son las aflicciones del justo.
Los tropiezos, las incomodidades, los sufrimientos, los momentos incómodos, los tiempos de soledad o los tiempos de inquietud son esas “muchas aflicciones” que El Señor dice.
Los cambios y las aflicciones no son agradables, pero son necesarios.
La vida es una serie de cambios continuos, que nos llevan a crecer en madurez, fe, fortaleza, paciencia, amor y confianza en Dios.
Con las aflicciones aprendemos a dejar el egoísmo, a quitar los ojos de nosotros mismos y ponerlos solo en Jesús.
Dios nos ama y nosotros le amamos a Él, todo está bajo su control, aún nuestra incomodidad.
Nuestra zona de confort también es del Señor y en esas aflicciones, aparentemente incómodas para nosotros, hay propósito, hay bendición, hay esperanza!
"El que ama es capaz de soportarlo todo. "
1 Corintios 13:7
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