Nuestros cuerpos no son eternos y van envejeciendo, se van desgastando, van perdiendo vitalidad.
Sin embargo en nuestro interior fluye la vida de Dios, que nos renueva cada día, que nos llena de fuerza, que brota como una fuente que refresca todo nuestro ser, espiritu, alma y cuerpo.
Por esa razón los pequeños o grandes sufrimientos que pasamos, son pasajeros, pero producen en nosotros un peso de gloria más grande y abundante.
Dicen que la juventud es un tesoro, pero quien tiene a Dios en su corazón tiene el tesoro de la vida.
Y esa vida nos alienta, nos llena de esperanza, nos fortalece, nos llena de valor, nos vivifica y nos da un nuevo sentir cada día de nuestras vidas.
Lo que ven nuestros ojos es pasajero y temporal, todos los problemas, las adversidades, los obstáculos, tropiezos, las enfermedades, todo lo que es visible es temporal.
Las pruebas y los tiempos difíciles tienen fecha de caducidad, todo lo que es visible, pasa y desaparece.
Por eso pongamos nuestra mirada de fe, en aquello que no vemos, porque lo que no ven nuestros ojos es eterno.
Fe es confiar en El Señor, estando totalmente seguros que vamos recibir lo que esperamos.
Fe es estar plenamente convencidos que algo existe, aún cuando nuestros ojos no lo pueden ver.
Dios está obrando, cobremos ánimo, valor, esperanza, paciencia y fe.
No desmayemos, Dios renueva nuestro interior cada día y por eso NUNCA NOS DAMOS POR VENCIDOS!
"Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más. Pues nuestros pequeños y pasajeros sufrimientos producen una gloria eterna más grande y abundante. Por lo tanto, no nos importa lo que ahora se ve, sino que fijamos la mirada en lo que todavía no vemos. Porque lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve no cesará jamás." 2 Corintios 4:16-18
#nonosdamosporvencidos #sinrendirse #renovados #hombreinterior #nuevavida #reflexiones #reflexionescristianas
Sin embargo en nuestro interior fluye la vida de Dios, que nos renueva cada día, que nos llena de fuerza, que brota como una fuente que refresca todo nuestro ser, espiritu, alma y cuerpo.
Por esa razón los pequeños o grandes sufrimientos que pasamos, son pasajeros, pero producen en nosotros un peso de gloria más grande y abundante.
Dicen que la juventud es un tesoro, pero quien tiene a Dios en su corazón tiene el tesoro de la vida.
Y esa vida nos alienta, nos llena de esperanza, nos fortalece, nos llena de valor, nos vivifica y nos da un nuevo sentir cada día de nuestras vidas.
Lo que ven nuestros ojos es pasajero y temporal, todos los problemas, las adversidades, los obstáculos, tropiezos, las enfermedades, todo lo que es visible es temporal.
Las pruebas y los tiempos difíciles tienen fecha de caducidad, todo lo que es visible, pasa y desaparece.
Por eso pongamos nuestra mirada de fe, en aquello que no vemos, porque lo que no ven nuestros ojos es eterno.
Fe es confiar en El Señor, estando totalmente seguros que vamos recibir lo que esperamos.
Fe es estar plenamente convencidos que algo existe, aún cuando nuestros ojos no lo pueden ver.
Dios está obrando, cobremos ánimo, valor, esperanza, paciencia y fe.
No desmayemos, Dios renueva nuestro interior cada día y por eso NUNCA NOS DAMOS POR VENCIDOS!
"Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más. Pues nuestros pequeños y pasajeros sufrimientos producen una gloria eterna más grande y abundante. Por lo tanto, no nos importa lo que ahora se ve, sino que fijamos la mirada en lo que todavía no vemos. Porque lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve no cesará jamás." 2 Corintios 4:16-18
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